En el dentista
La semana pasada tocó visita al dentista que a pesar de su maestra mano, nunca siento los pinchazos de la anestesia, soy incapaz de no sentir miedo. Durante la tensa espera, nunca superior a cinco minutos, para calmarme me fijé en el florero que decoraba la sala. Este es el florero y el espejo.
Diez minutos de miedo dan para mucho.
Diez minutos de miedo dan para mucho.
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